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"El ser Utiel punto final del ferrocarril, encrucijada de caminos y centro activo comercial y de industria, le dio cierto aire a mi pueblo −permítase la comparación− de esas ciudades del Oeste que nos ha mostrado el cine americano".
José Martínez, Cronista Oficial de Utiel, 1978.

La llegada del ferrocarril a la comarca de Utiel-Requena supuso un gran impulso para el desarrollo de la economía agraria del territorio, pero también marcó cambios significativos en la vida cotidiana de sus habitantes.

Esta revolución del transporte trae consigo
los vientos de la modernidad a una tierra históricamente rural. Con el tren llegan otros medios de comunicación como los correos y la diligencias, y ya a partir de 1920, los camiones y las líneas de autobuses. Estas últimas se conformaron a partir de empresarios locales en Venta del Moro, Camporrobles, Fuenterrobles y Sinarcas, pero la compañía que más alcance tuvo fue La Requenense, en Requena, cuya área de influencia alcanzó áreas como Valencia, Almansa o Albacete.

La función de Utiel como estación de final de término le otorgó el privilegio de convertirse en el polo de atracción de los municipios y aldeas que se encontraban a su alrededor. Sus calles se llenaron de comercios, talleres, cafés, bares, cines y otros centros de ocio, que expandieron su actividad comercial a la par que lo hizo con su número de habitantes. En 1950, Utiel llegó a contar con 13.365 habitantes censados, frente a los 11.482 que tiene actualmente.

En definitiva, el ferrocarril contribuyó de forma potencial a mejorar la vida de los vecinos y las vecinas en la Comarca. La entrada de alimentos frescos como la carne o el pescado, así como la mejora del desarrollo económico en la zona, permitió que la Plana de Utiel-Requena fuese un territorio en constante diálogo con capitales de referencia como Cuenca y Valencia.

 

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